miércoles, 8 de septiembre de 2010


Finalmente y después de varios minutos de indecisión, a las 21.38 decide coger el teléfono, marcar esos nueve dígitos que durante tantísimo tiempo se ha sabido de memoria y comprobar algo, pues a él siempre se le olvida y hoy no iba a ser menos.
- ¿Sí?
- No fuiste a la playa esta tarde.
- ¿Y cómo lo sabes?
- No lo sé, lo intuyo.
- Pues te estuve esperando.
- ¿Y cómo sé que no mientes?
- Si hubieses venido lo sabrías. ¿Sabes?, es pesado esperar...
- Ya claro, y lo dices tú, no sabes nada.
- Sí sé algo, sé que te quiero, hoy y siempre.
Y él cuelga, algo que a ella siempre le había molestado, pero hoy, en lugar de fruncir el ceño, su cara se ilumina con una bonita sonrisa que no puede borrar.

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