domingo, 3 de octubre de 2010

Hoy es uno de esos días en que no encuentro tu sonrisa. Debió de caérsete por ahí, o quizá se fue porque creía que no la usabas tanto como está acostumbrada. ¿Sabes la historia de Peter Pan? Él también perdió su sombra, y la buscó por todas partes.
Y yo, como Wendy, he encontrado tu sonrisa y he aprendido a zurcirla, a fijarla a las comisuras para que no vuelva a extraviarse. También sé cómo remendar las heridas que hicieron que se despegara. 
Porque todo el mundo no puede hacerlo. ¿Sabes? El hilo es muy difícil de conseguir. Es un hilo firme, pero que no tensa demasiado. No se rompe con facilidad, pero tiene un tacto suave y delicado. Es impermeable a las lágrimas y se refuerza cada vez que vuelves a usar tu sonrisa restaurada. 
Y porque sirve para tantas cosas es tan complicado hacerlo. No sirve el mismo para todas las personas, pero contiene los mismos componentes. El hilo se consigue trenzando una hebra de cariño, una de ternura y en el centro, la más resistente de todas, la de amor incondicional. Y para usarlo, sólo lo puedes enhebrar en una aguja de la paciencia, forjada en un fuego de confianza alimentado de tiempo.
Quizá también necesite una bufanda ese corazón tuyo que últimamente tiembla demasiado.
Hoy seré tu costurera.

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