jueves, 3 de marzo de 2011

-Lo puedo cambiar.

Él prometió que cada día de su vida sería el más feliz, que dibujaría sonrisas en su cara, que la amaría cada minuto un poco más, que acariciaría cada rincón de su piel sin dejarse un solo hueco, que recordaría cada amanecer junto a ella y cada anochecer a su lado, le prometió estar con ella todos los catorces de febrero hasta la muerte, que cada cumpleaños sería una sorpresa, y que ningún día olvidaría decirle te quiero. Él prometió una gran casa donde criar a esos hijos que en un futuro tendrían, le prometió fidelidad, y cariño, amor, le prometió desayunos en la cama, besos de buenas noches, de buenos días, besos sin motivo. Él prometió un bonito vestido blanco, con una cola larga y un esmoquin con pajarita que le hiciera juego. 
Él le prometió un para Siempre, prometió y prometió tantas cosas.. y el ya hoy no está aquí. Se fué con sus promesas y otra chica que nunca mencionó, sus caricias, sus besos y su cariño se esfumaron, y sus te quieros y las palabras bonitas se las llevó el viento. Él casi indiferente demostró su hipocresía sin una pizca de vergüenza, ella difícilmente abrió los ojos, y a la princesa se le calló encima el cuento de hadas, él resultó ser un sapo. Ella se dió cuanta de que sus falsos besos, y esos inciertos te quieros, sólo venían después de cada moratón, y esos preciosos ramos de rosas después de haberle roto el corazón. Ella veía la vida detrás de unas gafas de sol, para no mostrar sus heridas, las marcas de esos puñetazos, que después eran perdonados con un simple abrazo. Ella por fín un día decidió tener valor, y no guardar más rencor, ella sobrevivió gracias a su adiós, y ella no se dejó matar, aprendió a ganar simplemente volvió a soñar.
Cuando la vida te da la espalda, sufres, gritas y nadie te da nada.


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