sábado, 25 de diciembre de 2010

El soplo de la vida nos recorre el cuerpo con más o menos acierto..





















A algunos ese soplo les hiela, les pone los pelos de punta y tienen que encontrar urgentemente alguien que les haga de abrigo. Siempre en la eterna búsqueda del refugio ajeno y sin darse cuenta que somos nosotros mismos nuestra mejor cabaña para descansar al calor del fuego de nuestra propia independencia.
A otros, sin embargo, ese soplo les da calor y todo les pesa, les agobia, les quema..., son pura levedad, no quiere ser más que eso. Desean vagar por el cielo sin ataduras, luchando por dejar de ser un globo con cordón atado a alguna mano. Ser únicamente humo aspirado para luego ser devuelto al aire tal y como estaba, intacto, tal y dónde estaba. Allí, en medio de la cuarta estrella. Cuanto más lejos mejor.
En fin, al menos abramos la ventana, a ver por dónde coño sopla la vida, ¿no?

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