domingo, 17 de octubre de 2010

- Soy feliz. Jamás me he sentido tan bien, ¿y tú?
- ¿Yo? - Step la abraza con fuerza -. Estoy de maravilla.

- ¿Hasta el punto de llegar a tocar el cielo con un dedo?
- No, así no.
- ¿Ah, no?
- Mucho más. Al menos tres metros sobre el cielo.


***


Babi aún está medio dormida y distraída cuando lo ve. Apenas puede creerlo. En lo alto, por encima de los demás, sobre la blanca columna del puente, un graffiti domina al resto, imborrable. Está allí, sobre el frío mármol, azul como sus ojos, tan bonito como siempre lo deseó. Su corazón se acelera. Por un momento, le parece que todos pueden oírla, que todos pueden leer aquella frase, justo como está haciendo ella en ese momento. Está allí, en lo alto, inalcanzable.


***


-¿Eres feliz? –Ella le hace un gesto afirmativo con la cabeza. Luego abre los ojos. Húmedos y arrobados, anegados de minúsculas lágrimas transparentes, brillantes de amor, preciosos. Él la mira.
-¿Qué pasa?
-Tengo miedo.
-¿De qué?
-De no volver a ser nunca tan feliz…



***


-Lo he dicho adrede, ¿qué crees? Ahora que me has pegado tu conciencia está tranquila. Ahora puedes volver a parlotear con tus amigas y sentarte a la mesa de juego. Tu hija está bien educada. Ha entendido lo que es justo y lo que no lo es… Ha entendido que no hay que soltar tacos y que hay que comportarse como es debido. Pero ¿no ves que eres ridícula, que haces reír? Me mandas a misa el domingo pero si escucho demasiado el evangelio entonces no va bien. Si amo demasiado a mis semejantes, si traigo a casa a uno que no se levanta cuando tú entras o que no sabe comportarse a la mesa, entonces tuerces el morro. Tendríais que inventar iglesias a vuestra medida, un evangelio solo para vosotros donde no resucitan todos, sino solo aquellos que no comen en camiseta interior, que no firman escribiendo primero el apellido, aquellos que sabéis de quién son hijos, que están siempre morenos y son atractivos, que se visten como queréis vosotros. Sois unos payasos.




Allí adonde sólo llegan los enamorados: “Tú y yo... Tres metros sobre el cielo”.

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